sábado, 11 de octubre de 2008

Dientes

Con la mayor naturalidad del mundo, levante con mi mano derecha la cabeza de quien sabe que decapitado que habia rodado hasta mi.
Meti el pulgar en su boca y la palma por debajo del mentón para poder tirarlo como si fuera una bola de bowling.
En ese momento me di cuenta de que el craneo, era de una niña. Una niña conocida por mi, pero que no podia identificar.
La cabeza, que aún latía, cerró fuerte la boca lastimando mi dedo. Grité por el dolor y al rato, unos minutos, cedió el mordiscón.
Supuse entonces que en algún lugar del mundo, el cuerpo decapitado de una niña acababa de morir.

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