lunes, 25 de agosto de 2008

Intercambios

Lo que para mucha gente (e incluso pueblos enteros) es una cuestión fundamental, para otros es algo recurrente. Asi por ejemplo, los habituales choques entre personas en la estacion 9 de Julio del subte de Buenos Aires son en realidad intercambio de almas.
Nadie vuelve a su casa tal como se fue y algunos, atrapados por los recuerdos, chocan deliberadamente a otros tratando de recuperar el alma que alguna vez tuvieron.
De esta manera, una misma persona puede tener tantas almas como choques haya tenido.
Este intercambio nunca se acaba y el cuerpo que muere (un simple envase retornable) libera su alma, la última que tuvo, para que ya no sufra mas cambios, el verdadero descanso eterno.

sábado, 16 de agosto de 2008

Froilan

Froilan se calzo la escafandra, fuertemente ajustada por los expertos, y recibió el saludo del presidente de la república. Iba a convertirse en el primer uruguayo en descender hasta los 50 metros en las aguas del océano atlántico.
El presidente, le dió un abrazo y una palmadita en la espalda y Froilan empezó a ser descendido atado a una ruidosa cadena.
Ya en los primeros metros las cosas pintaron complicadas; pudo sentir con mucha claridad como se le mojaba el cuello desde una pequeña grieta en su precario traje. La campana de la escafrandra comenzó a inundarse con rapidez y al poco tiempo tenia el agua en el mentón y al ratito, ésta le tapo la nariz.
Conciente de su final, trató de aguantar la respiracion y cerró los ojos, apretó con fuerza los puños y se abrazabó a si mismo como queriendo retener el aire en su cuerpo.
El presidente sonreia en la cubierta del "Artigas" y recibia las felicitaciones de todos los invitados.
Diez minutos despues, comenzo el izamiento del héroe. La cara de felicidad de los que alli estaban cambio rápidamente a espanto al descubrir el cadáver de Froilan. El presidente queria disimular, el capitan queria tapar todo con su cuerpo y los marineros querian llorar.
Froilan, en medio de esa muchedumbre, solo queria salir de alli

miércoles, 13 de agosto de 2008

Virtual

No solo hacía 11 dias que no dormía: esa misma cantidad de tiempo había permanecido con los ojos abiertos, sin parpadear, resecos hasta el ardor y ya prácticamente ciegos ("los ojos ciegos bien abiertos", habia cantado).
Los oftalmólogos se habían rendido a sus caprichos y amenazaron con extirparle los ojos como un último recurso para evitar complicaciones que pusieran en riesgo su vida, pero ella se mantuvo firme.
Ella decía ver perfectamente, vivía siempre en primavera, su familia era maravillosa, sus hijos la amaban, su marido la adoraba, su casa relucía y el arco iris estaba permanentemente en su terraza.
La duda era, que lado de las imágenes eran las reales

jueves, 7 de agosto de 2008

Flotantes

"La fuerza de gravedad no existe. La tierra chupa"
(Anónimo)

Hay un lugar impreciso en la llanura pampeana donde los pájaros duermen suspendidos en el aire. Se abrazan con sus propias alas, reclinan la cabeza y simplemente, flotan.
Los científicos, apenas descubierto el hecho, corrieron atropelladamente a ver el espectáculo y a encontrar la explicación ya que para ellos, todo tiene una explicación.
Esperaron pacientemente hasta que un hornero frenó en seco, se acomodó y empezó a dormir. Rápidamente, lo bajaron de un tiro y lo despanzurraron para ver que tenía en su cerebro, en sus tripas o an algún lado, pero el pájaro era exactametne igual a todos.
Asi fue con varios ejemplares, antes de que el animal despertara, lo bajaban, lo abrían y lo estudiaban, pero nada distinto encontraron en ellos.
Consultaron a Buenos Aires, desesperados por la falta de respuesta y les dijeron que preguntaran a algún lugareño, ellos siempre saben todo. Fueron hasta el camino de tierra y encontraron a un tuerto que vivía por ahi. Le contaron el asunto y el hombre, con toda naturalidad, les dijo:
- "lo que pasa, es que la tierra no chupa en todos lados iguales"
Ante la imbatible respuesta, fueron ellos mismos a exponerse a la experiencia. El Doctor en biología se acercó hasta el lugar encantado y quedó atrapado, como los pájaros, en el aire.
Después de varias horas de espera y ante la imposibilidad de bajarlo, fueron a buscar al tuerto para ver que podían hacer.
El tuerto, que los estaba esperando y casi sonriendo les dijo:
- "nadie baja vivo de ahi"

martes, 5 de agosto de 2008

Pequeños monstruos

Las tareas estaban divididas de la siguiente manera: Yo contaba las vueltas que daba la calesita con cada boleto (o sortija).
Mario cronometraba el tiempo de las luces del semáforo. El tano anotaba las puteadas del tipo del taller cuando descubria que le habiamos desinflado las gomas de sus clientes.
Los resultados eran maravillosamente inútiles; la calesita daba 144 vueltas hasta las 2 de tarde y después bajaba a 140 hasta la hora del cierre. El semáforo duraba exactamente lo mismo en cada cambio de luces. Las puteadas eran hacia nuetras madres por la mañana y hacia nuestras hermanas por la tarde, invariablemente.
Este relevamiento terminó como había empezado, de un día para el otro y todos estuvimos mas aliviados, sobre todo por no tener vecino con taller, ni semáforo, ni calesita.

viernes, 1 de agosto de 2008

Ilegible

En el famoso libro guardado en la biblioteca Benito Lynch, del barrio Los Perales, podemos leer lo siguiente:

"...Dios creó a los animales dándoles una forma que pensaba mejorar algun día, cosa que nunca realizó. Los animales jamás evolucionaron y se mantienen como aquel primer día. Lo mismo pasó con las flores, las plantas y los frutos.
Por supuesto, el hombre siguió el mismo cruel destino: ser creado de entre casa para ser corregido en el futuro, el fruto de una semana de aburrimiento.
Pero para Dios, el futuro no existe y por eso nuestra especie se mantiene exactamente igual. Todo lo que está a la vista permanece inmóvil y, de alguna manera, muerto.
Creemos haber "evolucionado". Creemos que los animales tuvieron "adaptaciones" y que las plantas mejoraron.
Sería bueno recordarnos como fueron las cosas..."

El libro, al alcance de cualquiera, permanece sobre el mostrador de la biblioteca.
Nadie se atreve a tocarlo.