El paciente comatoso empezó a dar buenas señales: el electroencefalograma dejó de ser plano, los ojos comenzaron a tener rápidos movimientos de párpados y las cejas le temblaron.
Los médicos, acostumbrados a estos acontecimientos, no se apuraron a evaluar al enfermo postrado y le dijeron a la familia que lo que estaba pasando era que el cuerpo daba sus últimos estertores antes de morir definitivamente.
En la madrugada, el hombre murió mientras daba las mismas señales, pero nadie se dio cuenta de que en realidad a él solo le picaba la nariz
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