Frené de golpe, en plena peatonal y a las dos de la tarde.
La gente me miraba extrañada y algunos, despues unos minutos, se me acercaron lentamente. Todos habían frenado y la peatonal perdió su ritmo de scaletrix.
Levanté la cabeza y pegué un grito que se escuchó en toda la calle: "¿ADONDE VAN?".
Nadie supo contestarme y rápidamente los comerciantes comenzaron a empujarnos y nosotros a los demás y a pisoternos y a comprar cosas sin sentido.
Todos respiraron aliviados.
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