Acostado, esperaba en el purgatorio de la sala de terapia intensiva del hospital.
El respirador inflaba artificial y mecánicamente sus pulmones y él se dejaba acariciar por su esposa, inerte ya y con la piel acolchada.
Quiso abrazarla pero era imposible; imaginó entonces revertir la situación, respirar por sus propios medios y mover por si mismo sus pulmones, gritar con todas sus fuerzas para que lo desconectaran y salir corriendo de ese lugar tan aséptico, quería la mugre de la calle.
Casi lo logra.
Ahora no sabe bien donde está, todos lloran a su alrededor y lo siguen acariciando como lo hacía su mujer hace unos minutos.
Pero había logrado su tan ansiado deseo de salir a pasear.
1 comentario:
ay, ayy!
bueno, al menos hay noticias "in the other side", es bueno para un finde.
grandes augurios para vos Gabriel!!!!
feliz 2009!
laura
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