No solo hacía 11 dias que no dormía: esa misma cantidad de tiempo había permanecido con los ojos abiertos, sin parpadear, resecos hasta el ardor y ya prácticamente ciegos ("los ojos ciegos bien abiertos", habia cantado).
Los oftalmólogos se habían rendido a sus caprichos y amenazaron con extirparle los ojos como un último recurso para evitar complicaciones que pusieran en riesgo su vida, pero ella se mantuvo firme.
Ella decía ver perfectamente, vivía siempre en primavera, su familia era maravillosa, sus hijos la amaban, su marido la adoraba, su casa relucía y el arco iris estaba permanentemente en su terraza.
La duda era, que lado de las imágenes eran las reales
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