Realmente no entendía: los gigantes andaban por todo el barrio repartiendo volantes, luciendo enormes galeras y sacos con lentejuelas y nadie se sorprendía.
Yo estaba espantado y a la noche soñaba horribles pesadillas con esos tipos enormes que siempre terminaban aplastándome con un pisotón como a una hormiga.
Hasta los 30 años (la edad que tengo ahora) se me aparecieron furiosamente en cada madrugada para reventar mi interior.
Pero hoy los descubrí: son unos estúpidos grandulones montados en zancos.
2 comentarios:
A los treinta descubriste eso? Sabés que n existe papanuél, no?
Ja JA, muy bueno.
y bueno, mejor tarde que nunca
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