jueves, 17 de marzo de 2011

Castigo

Aunque parezca mentira, las flores esperan ansiosas la llegada de la noche para jugar un juego que nadie conoce.
El juego consiste en cambiar sus colores unas con otras, frenéticamente, sin control y con una velocidad incalculable.
Si alguna quiere conservar por unos segundos algun verde que le guste, o un lila increíblemente hermoso, sale de la tierra el tiempo necesario para mirarse y vuelve enseguida a clavar sus raices.
Pero ninguna es tan arriesgada como para intentarlo cerca del amanecer.
Las flores que son sorprendidas por el sol jugando al juego prohibido, amanecen marchitas con el deshonroso color marrón de los desterrados.