viernes, 11 de enero de 2008

Hombre de piedra (cuento)


Simón miraba, escondido atrás de una piedra, como Jesús se retorcía en su cruz a punto de arrancarse las manos y los pies. Pedía agua a los gritos y no quería quedarse solo.
Simón (o Pedro) tenía todavía el eco de la negación de su maestro masticándole la conciencia y tuvo que contener su arrebato para no ir a desclavarlo él; pero esto le hubiera costado muy caro. Prefirió dejarlo colgado e irse a seguir con su trabajo y dejar que Dios, el del cielo, se encargara de su hijo.
Pedro (o Simón) olvidó con lo años aquel suceso y el autotitulado “Rey de los judíos” fue desclavado y enterrado en el cementerio de la ciudad, pasando a ser otro falso profeta.
Pedro pidió ser cremado al morir, y que sus cenizas fueran esparcidas en el mar, donde compartiría su última morada con los peces.Estaba seguro que estos animales nunca lo iban a olvidar.

lunes, 7 de enero de 2008

Segunda parte (cuento)

ACLARACION:
Jorge era mi mejor amigo.
Murió trágicamente en un accidente automovilístico hace una semana.
Su mamá, que me conoce desde los 10 años, me pidió que continuara el cuento que su hijo había comenzado.
Ella sabe de mi gusto por la literatura y también que soy quien más conoce a su hijo muerto. Nos habíamos encontrado en los últimos años de la primaria, y descubrimos juntos el placer de ir al cine solos por primera vez, con las historias de “King Kong” o “El búfalo blanco” como protagonistas.
Con él aprendí a odiar el té con leche y las clases de inglés particular al tiempo que empezábamos a aprender a andar a caballo, un privilegio que nos regalaba su papá, empleado en el matadero.
Criábamos “sea monkeys”, cazábamos moscas, alimentábamos arañas, leíamos historietas, nos reíamos con la Pantera Rosa, inventábamos dibujos animados en los bordes de los libros, buscábamos la palabra “culo” en el diccionario, corríamos carreras con las bicicletas o a pie, nos reíamos de los grandes, alquilábamos libros en la biblioteca municipal y tirábamos piedras.
No puedo fallarle a esta mujer dolorida.Acepto el pedido y el desafío, y comienzo a escribir esta historia, la que comienza en la primera línea de este relato.